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20 septiembre 2012 4 20 /09 /septiembre /2012 13:03

Este texto fue escrito para el programa de las fiestas patronales 2012 de Cañete la Real. Lo traigo a este blog para desagraviar a Antonio de Nebrija, autor de la primera Gramática castellana, la cual ha salido malparada  en dicho programa, y sirva como ejemplo, mi escrito en el que aparecen ocho erratas en una sola página, supongo que por falta de la diligencia y respeto exigidos y debidos al lector y al que lo escribe. También, porque creo que el espíritu evangélico no es más que memoria fundida en folklore, boato y exhibicionismo. Si no es así, que alguien me lo demuestre. 

                                                                               

                                                                                    Caños Santos

 

Cuando la tarde, aún calurosa, va cayendo y el sol se hunde con sus últimos resplandores entre los tintes dorados de una vega ya desocupada, se abre de par en par la puerta de la iglesia y todo el pueblo, enardecido en su fe o en su duda, acude para acompañar a la Virgen de Caños-Santos. Con alegría, el sagrado bronce repica a gloria y su tañido se esconde entre los acordes del himno nacional y un murmullo de fervor.

     En sacro arrobamiento, concurren a la procesión los fieles cristianos con el corazón compungido, los hipócritas beatos con las manos juntas y la mirada extasiada; incluso, guiados por la tradición y el ejemplo, los más racionalistas agnósticos con la mente confundida. Todos han acudido: la vejez, la juventud y la infancia; la riqueza y la indigencia; la cutura y la ignorancia; la devoción, el escepticismo y la tradición. Es el día grande, el más grande de Cañete la Real.

     Desde su trono deslumbrante entre flores, cirios y una nube de incienso, aparece la Virgen, y es entonces cuando la súplica humana se alza entre sones marciales, melodiosos, que atruenan el espacio, los oídos, y también los corazones. El murmullo se hace clamor en un alud de plegarias, vítores y aplausos. Caños-Santos ya está en la calle.

     "Madre, mitiga mi dolor, mi sufrimiento y mis penas". Y al instante, una fuerza sobrenatural la reconforta y le da alientos para seguir con su calvario y en la lucha diaria.

     "Madre mía, acuérdate de los míos: de los que estamos aquí, de los que se fueron y de los que nos dejaron para siempre". Y en un abrir y cerrar de ojos, el recuerdo se hace presente, realidad y vida.

     "Madre mía de Caños-Santos, no te lo lleves aún y, si ésa es la voluntad de tu Hijo, que no sufra". Y de repente, las lágrimas vertidas por el amor se convierten por la inocencia en sonrisa de consuelo y resignación.

     En torno a ella se apiñan mujeres en hábitos y descalzas, elegantes mujeres de mantilla, hombres de campo bronceados al sol y a la intemperie, ancianos arrugados de tantos años y tantas penas, niños traviesos y asombrados. Todos -conforme a su error o a la fe divina- unidos en una sola voz, cantan y alaban la grandeza de la Señora en sus gracias, milagros y favores. Pero más que la voz de un pueblo y de un presente, es la voz de la tradición y de un atávico pasado. También la voz de la flaqueza y del dolor.

     Yo, que igualo mi paso al trono, también me siento tocado por la sensiblería de las imágenes, de la música, de la fluencia humana, y pregunto: "¿Por qué, con la mirada siempre fijada en su brillante aureola, caminas descalza tras el trono? ¿Por qué te estremeces ante su mirada? ¿Por qué encuentras en una imagen señales de vida? ¿Por qué haces de una devoción tu religión? ¿Por qué un ciego tradicionalismo contamina tus costumbres y modos de vida? ¿Por qué...? Miro alrededor, observo, reflexiono y comprendo que soy un inútil quejido en medio de la clamorosa plegaria de un pueblo.

     Caños-Santos ha regresado al templo. Suspiros quejumbrosos, lágrimas, sollozos y llantos son signos de dicha y se hacen gozosos, porque vivir es sufrir, porque vivir es esperar, porque vivir es tener fe, porque vivir es...morir. Sin embargo, en el corazón queda un reguero de tristeza, un desgarro de nostalgia, un amago de desconsuelo y angustia: un ño más. No, un año menos.

 

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18 abril 2012 3 18 /04 /abril /2012 17:16

 

Las personas son dignas -al menos, mientras no se demuestre lo contrario-, sus comportamientos o costumbres pueden serlos o no, sin necesidad de justificación jurídica, pero el pueblo nunvca debe ser estúpido y dejarse engañar.

    

     Tan habituados estamos a vivir con la mentira y de la mentira, que, entusiasmados por haber ejercido el derecho al voto, no nos formulamos preguntas ni comprobamos la totalidad de los resultados electorales. Tampoco los analizamos, sino que nos dejamos arrastrar por la urgencia del escrutinio y proclamamos junto a los políticos la madurez de Andalucía por su participación y normalidad democrática, a la vez que nos congratulamos con los candidatos, que, más que satisfechos, están todos siempre contentísimos con los resultados obtenidos.

 

     No he leído en la prensa ni escuchado en televisión el número de posibles votantes que optaron por la abstención, así como el número de votos en blanco o nulos. Por eso creo que es conveniente repasar los resultados electorales, que han sido los siguientes:

                  Total de votos: 3.876.780 (62,23%)             Abstenciones:2.352.973 (37,79%)

                  Votos en blanco: 35.048 (0,91%)                Votos nulos: 22.369 (0,58%)

                  PP: 1.567.207 (40,66%)                             PSOE: 1.523.465 (39,52%)

                  IULV-CA: 437.445 (11,34%)                       Otros: 291.446 (8,48%)

 

     Amigo lector, analicemos juntos estos resultados. Después, reflexionemos y hablemos.En un primer examen hay que destacar que sólo tres partidos han obtenido representación parlamentaria con una diferencia de votos con respecto a las demás opciones de 826.281. ¿Es equitativo? No podemos ser esclavos de leyes o preceptos absurdos o injustos. ¿Hay democracia real? Evidentemente no. Todos estamos de acuerdo en que la democracia se basa en una mayoría, pero cuando ésta es tan exigua, su fundamento cae por tierra, ya que una gran parte de la población no se encuentra representada. Se argumentará que la abstención es la ausencia de participación por desidia o por comodidad y, por tanto, hay que obviarla. Yo creo que casi la generalidad de los que se abstienen no lo hacen por pereza o porque tengan algo mejor que hacer, sino por hastío y por castigo a políticos desinteresados del bien general y desentendidos de la voluntad común. Los que votan en blanco, lo tienen muy claro: no quieren mancharse las manos. En cuanto a los votos nulos, muchos de ellos son sólo una manifestación del sarcasmo chistoso que provoca la frustración o la desesperación y no fruto del error.

 

     El mosaico enmarañado de las treinta y tres candidaturas que se presentaron, más que expresión del carácter pluralista de la ideología andaluza, muestra lo bien considerada y, sobre todo, lo bien remunerada que está la profesión política, o tal vez sea meras quimeras de idealistas que navegan por las aguas del pasado. De cualquier modo, únicamente provoca la confusión del electorado y la dispersión de objetivos y de ideales.

 

     Otra lectura de los resultado electorales podría ser que en España -y en el caso que nos atañe ahora, en Andalucía-  se prefiere a los que siempre hablan con la cabeza vacía, pero con la boca llena. Tengo sobre la mesa el mapa de corrupción por partidos políticos, y es vergonzoso para la clase gobernante y humillante para el pueblo, el número de casos de corrupción urbanística protagonizados por partidos que han sido premiados con el voto de los andaluces. Este hecho sólo se puede explicar bien por el voto comprado o esclavo, bien por la fidelidad per secula seculorum a determinados partidos, o bien sea por ceguera, inconsciencia e ignorancia. No cabe otra explicación. En cualquier caso y como se suele decir, el pueblo nunca se equivoca, siempre tiene razón, aunque se abandonen la moral  y las leyes al ser cada vez menos libres y más pobres, aunque cada día nos sintamos más acosados en un mundo de engaños y violencias, aunque cada vez tengamos más prohibiciones y sólo trabajemos para los gobernantes y banqueros; y finalmente, aunque el futuro se nos presente poco prometedor y sembrado de dudas.

                  

                                                                                              Abril de 2012

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9 marzo 2012 5 09 /03 /marzo /2012 13:01

     Ya se han celebrado las elecciones generales y el cielo de la esperanza se ha nublado, por lo que los indignados ya no salen a tomar el sol. ¿Para qué? Han pasado de la indignación a la desesperación.

     ¿Para qué? Si es cambiarle el collar al mismo perro o cambiarle la corona al mismo santo.

     ¿Para qué? Si los sátrapas continuarán sentados en las respectivas poltronas del poder público, si los directivos y consejeros-delegados de empresas e instituciones financieras mantendrán sus astronómicas retribuciones, aun siendo unos y otros los responsables de la crisis económica.

     ¿Para qué? Si los vencedores se lavan las manos al igual que Pilatos y culpabilizan a los perdedores, como si ellos no hubiesen tenido responsabilidad ni participado en gobierno alguno. Hacven bien en lavarse las manos, porque las tienen tan sucias, tan manchadas, como los otros, por la irresponsabilidad, por la corrupción, por el despilfarro al disparar con pólvora jena, por el abuso de poder. Españoles, andaliuces, catalanes, gallegos, vascos, turolenses, ciudadanos de cualquier villa o aldea con derecho a la autodeterminación, gritad conmigo: "Ancha es Castilla".

     ¿Para qué? Si los medios de comunicación, como volcanes en perpetua erupción, vomitan noticias escandalosas, que apestan y contaminan la convivencia; no obstante, otras jamás verán la luz, quedarán en las profundidades oscuras del cráter, aunque supongamos o sepamos de su real existencia. Pero da lo mismo, ante tanta indecencia, sólo cabe calma, paciencia, resignación y confianza en que vendrán tiempos mejores.

     ¿Para qué? Si en este camino de la democracia, unos pocos corren por autopistas y otros muchos mal andan descalzos o con zapatos cuarteados, y lo que es más grave, sin brújula ni destino. No nos engañemos ni nos mienta la demagogia, porque la democracia no es el mismo falaz camino ni el mismo infame baile para los ricos que para los pobres.

     ¿Para qué? Si han desaparecido todas las referencias a la ejemplaridad, si una birreta, una toga o una corona se embarran igual que un palustre; si el criterio de cualquier mequetrefe es tan enjundioso como el del más erudito sabio, si el imbécil de turno es más aplaudido y alabadoi que el excelente artista.

     Amigo lector, ¿para qué seguir con la misma letanía? Casi todos estamos hartos de corrupciones, rapiñas, desmanes, abusos, mentirass... Por eso para no reventar, gritemos juntos: "Ancha es Castilla".

 

                                                                                     Febrero de 2012

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19 mayo 2011 4 19 /05 /mayo /2011 19:47

   Este paciente país -habitado por pobres criaturas que, envueltas en la ignorancia como en una capa española del siglo XIX, casi no ven, apenas oyen y únicamente respiran el aire viciado de la decadencia y corrupción- empieza a desperezarse y a desesperarse ante tanta ignominia política, y aunque nunca es tarde si la dicha llega, por si un acaso, pongamos una vela a Santa Rita, patrona de lo imposible, para que esta incipiente rebelicón de la plataforma "Por una democracia real ya" no se quede en una efímera denuncia. Ya se ha abierto una rendija que, con toda seguridad, intentarán taponarla con sórdios comentarios, pero hay que conseguir que ese pequeño resquicio se convierta en una ventana, después en un gran portalón, por donde circule el viento fresco para ventilar tanta podredumbre.

   Ya corren falsas e interesadas alarmas: antisistema, violencia, grupos marginales, rebeldía de una juventud desesperada... Meros efugios para disfrazar la realidad y para ocultar la preocupación, el temor, el pánico, de los grupos políticos y de presión económica, que ven cómo puede peligrar su estatus y venirse abajo el tinglado de hojarasca que los mantiene en la poltrona o en el paraíso.

   Sin conocer a fondo esta plataforma, creo que es un movimiento espontáneo de una ciudadanía que está asqueada de tanta corrupción, de tanta demagogia, de tantas promesas falsas; en definitiva, de tantas mentiras y de que siempre tengan que pagar los platos que unos cuantos rompen por incompetencia, desmesurada avaricia o simplemente por indlencia.

   Algunos ya habíamos levantado la voz para despertar a las conciencias de la necesidad de un gran movimiento popular, de una asociación civil, de una sublevación de personas honradas, de un "basta ya", de un "hasta aquí hemos llegado". Ahora, ante unas elecciones municipales y en algunos casos autonómicas, ha llegado el momento de ejercer nuestro derecho y deber, como ciudadanos responsables, de votar en blanco y de manifestar que no queremos una partidocracia sino una democracia real y auténticamente representativa, que exigimos listas abiertas, cambio de ley electoral para que la representatividad sea equitativa, reducir gastos en campañas electorales, acabar con el despilfarro y velar por la eficacia tanto del patrimonio público como del dinero de todos los contribuyentes; que reclamamos el control y la limitación de los sueldos, gastos de representación y oitras numerosas prebendas de los cargos y autoridades públicas; y, finalmente, por acabar con esta interminable relación, demandar que la doctrina de Montesquieu sobre la separación de los tres poderes sea una realidad y que se exija responsabilidad penal en los casos constitutivos de delito o falta, responsabilidad política y civil por negligencia -sea excusable o inexcusable- y por error, porque los errores hay que pagarlos, evidentemente con dinero, como cualquier vecino.

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15 diciembre 2010 3 15 /12 /diciembre /2010 21:17

 

El mundo actual es un mosaico de culturas, razas y religiones interconectadas, no sólo por los medios de comunicación, sino también por el continuo trasvase de personas. Negar u oponerse a este hecho es no aceptar la realidad. Se ha terminado con las culturas, con las economías, con las civilizaciones cerradas, con los chovinismos nacionales o provinciales. Vivimos en un mundo abierto, transparente, global y diverso. No obstante, es una época disparatada la que nos ha tocado vivir. Junto a un proceso de unificación, globalización, solidaridad y derribo de fronteras, nos encontramos con brotes de absurdas afirmaciones de identidad, de cantonalismos trasnochados, de facciones independentistas. Paradójicamente, en un tiempo de dioses muertos y de ideologías en crisis o fallecidas, ondean al viento de la guerra y del terrorismo las banderas patrióticas o religiosas. El comunismo asfixiado en su propio aire, el neocapitalismo vivo a base de inyecciones financieras y la vacuidad de los sistemas defensores de la democracia son incapaces de dar respuesta a la gran problemática mundial. Junto al progreso científico y tecnológico existe un retroceso ético, que nos hace vivir quizás más cómodos, pero menos felices, más insatisfechos y menos conformes con nuestras vidas y con el planeta que habitamos. De ahí que surjan la duda, el escepticismo y en muchos caso la desesperación.

    

    Haciendo un breve repaso de la actualidad, nos encontramos con los siguientes datos escalofriantes:

        - El 94% de la renta mundial está en manos del 40% de la población.

        - Hay más de veinte países en guerra: Afganistán, Chad, Colombia, Etioía, Georgia, Irak, Israel y Palestina, Sahara  Occidental, Nigeria, República Centroafricana, República del Congo, Somalia, Sudán, etc.

        - Venta de armas a cambio de petróleo.

        - Bandas de narcotraficantes con más poder económico y militar que algunos estados.

        - Piratería.

        - Grupos militares o paramilitares financiados y entrenados por EE. UU.

        - Injerencia e intervención de la CIA quebrantando las  soberanías nacionales en labores de información intoxicación  política y de  planificación.

        - Corruptela política en países tercermundista, en vías de desarrollo y en algunos desarrollados como España o

           Italia.

        - Sistemas totalitarios de derechas o de izquierdas -qué importa- donde se ahogan las libertades y se estrangulan el  pensamiento y la creación.

        - Regímenes teocráticos en los que, amparándose en la idea de un dios y en la promesa de un paraíso, se mantienen normas, costumbres, formas de vida y estatus medievales.

   Con frecuencia observamos que, con la excusa de exterminar la violencia, se emplea aún más violencia; con el objetivo de liberar a las naciones de terroristas, de genocidas y de tiranos, se construyen baluartes de intolerancia, se erosionan los principios democráticos, se pisotean los derechos humanos; y, lo que es más grave, se siembra la miseria, la destrucción y la muerte. No nos engañemos, actualmente la economía de los países poderosos es prioritaria a la democracia y con el recurso de salvar a ésta, lo que se busca es potenciar aquélla a cualquier precio. El valor económico prima sobre el ético en todas las partes de la Tierra, la política ha cedido su turno a la economía.

 

   Ante esta lamentable situación, a veces se levantan voces indignadas y airadas contra la pobreza y la falta de libertad, contra la degeneración alarmante del planeta. Pero todo se queda en voces, porque el dinero puede acallar las palabras y las conciencias. El capital es todopoderoso y omnipresente. Además, los políticos no están interesados en la verdad -es misterios y peligrosa- ni en la justicia, ni en la igualdad, sino en el poder y en su conservación; están al servicio de su propio patrimonio y, maniatados por el capital, humillan la inteligencia, la érica y la dignidad en un entramado de promesas, de mentiras. Y esto ocurre en todos los estados del podrido mundo. Apenas tienen poder decisorio, pero sus manos se embadurnan en corruptelas, sus ojos miran a otro lado y sus oídos no escuchan ya un clamor en demanda de un cambio profundo de las estructuras políticas, sociales y económicas.

 

  ¿Qué hacer entonces? Obviamente, no existe una varita mágica para la solución de tantos problemass ni pueden resolverse de la noche a la mañana, pero tampoco podemos permanecer ciegos, sordos y con los brazos cruzados.

   No quiero erigirme en redentor, ni en profeta, ni en salvador; ni siquiera en aconsejador, pero creo que desde la ciudadanía de a pie hay que empezar por salir de la mediocridad, ser fieles a sí mismos predicando con el ejemplo, no dejarse embaucar por estrategias políticas que sólo pretenden mantenernos en la ignorancia y en el engaño, no consentir que nos traten como estúpidos, ser reflexivos y coherentes; mantener siempre un espíritu crítico y luchador, no cayendo en un estado de autocomplacencia estimulado por las élites políticas o económicas; conocernos y valorarnos a nosotros mismos y a los demás; y, sobre todo -insisto-, sobre todo, fomentar la cultura, porque la cultura elimina las fronteras entre pueblos, despierta las inteligencias aletargadas y desata las conciencias vinculadas a ideologías, religiones y estupideces.

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21 noviembre 2010 7 21 /11 /noviembre /2010 18:04

Padecemos una plaga de ordinariez, mal gusto y ramplonería, que ya intoxica a toda la población y, sálvese quien pueda, porque el virus afecta a analfabetos, medio analfabetos, a diplomados y hasta licenciados. La vulgaridad avanza a marcha forzada por cómodos caminos allanados por la pereza mental, siendo pocos los que logran escapar de este proceso de ósmosis colectiva. Yo creía que era una moda pasajera, pero el tiempo, sacándome de dudas, me ha rubricado que no se trata de una situación transitoria, sino de una realidad copnsolidada y que cada día va a más.

     La televisión, gran devoradora de mentes y de buenos hábitos, nos sumerge en un piélago de chismorreos, banalidades y estulticia, en el que cada imbécil campea a sus anchas arrastrando a una multitud enfervorizada por programas, cuyo contenido e imágenes provocan las náuseas del espectador escéptico que no puede creer lo que sus ojos y oídos ven y escuchan.

     Los niveles de audiencia marcan la programación, ya sea en cadena pública o privada. Nada o poco importa ante el imperio de la ley de la oferta y la demanda, ni siquiera los euros de los contribuyentes ni su destino. El Gobierno, más preocupado por la salud corporal que por la mental, arremete contra fumadores y paradójicamente permite o fomenta la grosería y la estolidez, en un grave atentado a la honestidad, al sentido común y a los objetivos que deben prevalecer en una sociedad democrática, como son la cultura, el esfuerzo, la capacidad de razonar, la crítica, la información ...

     Ya sé que se habla y se censura mucho de la televisión-basura, pero cada día tiene más adptos y son más los programas y las cadenas que buscan el morbo, la espontaneidad ramplona de señoras y caballeros que, con desparpajo, desvergüenza, sin ningún pudor e incluso en ciertos casos con gran solemnidad, exponen las intimidades, cuitas y anhelos de los sombríos capítulos de sus biografías ante las cámaras, en un esperpéntikco escorzo de gracia o petulancia.

     Ciñéndonos a Andalucía, Canar Sur es el fiel exponente de todo lo que no debe ser un canal  público,  aun cuando Jesús Quintero critique la televisión-basura y no tenga el menor escrúpulo de presentarnos a personajes víctimas de la degradación social para arrancar la risa, o tal vez la tristeza, de los hogares andaluces. Y qué decir de series, presentadores -por llamarlos de alguna forma- o concursos que tienen monopolizado todo el contenido televisivo. No sé qué criterio se sigue, si es el de la economía o el del enchufismo. El de la calidad, ciertamente no. Os traigo a la memoria personajes o personajillos como Belén Esteban -muy orgullosa de su propia ignorancia-, Juan y Medio -hace honor a su nombre, pues una persona sola no podría con tantos programas-, Los Morancos, el del Dúo Sacapuntas y algunos más. El chiste simple y la copla embelesan a un público confinado a los tópicos andaluces, de los que nunca vamos a salir. Pero la vida sigue, aunque no sepamos cuánto nos queda aún por ver y oír. Difícil empeño el que intente cambiarla o mejorarla a través de la palabra o la pluma.

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14 abril 2010 3 14 /04 /abril /2010 22:34

    

       "Ya no puedo hacer nada" "Se me ha ido de las manos" "No hay quien pueda con él"

       "Si me tocas te denuncio" "Yo tengo mis derechos" "Yo no te pedí nacer, tú lo quisiste"

 

Estas expresiones u otras parecidas turban la paz hogareña, desquician los nervios de los progenitores o los dejan indefensos. Ahora el conflicto está ahí, pero no es nuevo, se ha ido gestando a lo largo de muchos años en una convivencia aparentemente equilibrada.

   "¿Cómo habrá podido ocurrir?, ¿qué hemos hecho para llegar a esta situación", se preguntan atónitos y heridos en su vanidad de padres. "Si le hemos dado más de lo que podíamos, si ha tenido todo lo que pedía, mucho más de lo que necesitaba. Si nos hemos tratado de tú a tú, como íntimos amigos. No nos merecemos esto".

Habría que responderles que, precisamente por eso, se ha llegado primero a no valorar lo que se posee; y luego, a la desobediencia, al despotismo,, al chantaje y a la falta de respeto absoluta a padres, profesores y mayores; a un desprecio de valores éticos, normas, instituciones y sociedad en general.

No se puede educar atendiendo a los caprichos, para compensar las propias privaciones sufridas, para evitar los tan cacareados y presumibles traumas, o simplemente por comodidad propia, porque llegará la hora en que no sea posible o conveniente tanta generosidad, y entonces de las rabietas infantiles pasarán al chantaje, a las agresiones verbales; y de éstas, a la agresión física o al abandono del hogar.Y ya todo estará perdido, no habrá remedio.

Hay padres muy modernos, muy progresistas, que, ante los primeros problemas, intentan resolverlos mediante pactos o acuerdos con los hijos; incluso, llegan a darles forma escrita y a rubricarlos para conferirles un carácter formal, ineludible y permanente. ¡Qué equivocación! ¡Qué pretensión más fantasiosa! No se puede pedir responsabilidad a quienes carecen de ella. La adquisición de cualquier hábito, habilidad o virtud es un proceso lento que implica una fase formativa en la evolución del comportamiento humano, en el que se hace patente y exigible el binomio responsabilidad-libertad. Si no se tiene en cuenta este principio básico, se llegará con toda seguridad al libertinaje, a la desvergüenza de los adolescentes y a la renuncia de una de las obligaciones básicas de los progenitores: la de educar, cediendo ésta a los docentes, que muy poco podrán ya hacer; sobre todo, cuando existe un subrepticio duelo, en el que el profesorado se encuentra en el centro del ring a merced de los ganchos del alumnado soliviantado con el aullido familiar y al calor de una Administración, que, ante la caza del voto, sólo tiene oídos para los padres.

 Malos tiempos corren cuando la cultura sufre un gran descrédito, cuando se ha perdido el rumbo en cosas fundamentales y hay que poner de manifiesto evidencias tangibles a cualquier persona con dos dedos de frente. Carecemos de unos referentes éticos, coherentes y claros, que marquen el trazado a seguir en todas las facetas humanas, pero sobre todo en la educativa.

La falta de ética y el relativismo moral a nivel individual, familiar y social, agravan el panorama presente hasta el punto de que ya se ve normal lo anormal, bueno lo malo, justo lo injusto, digno lo indigno, bello lo feo, congruente lo incongruente, verdadero lo falso, fundamental lo accesorio o accesorio lo fundamental.

  "Todo vale, todo está permitido, veneremos la libertad absoluta y la mentira, adoremos al dinero como el dios principal de nuestro tiempo: principio y fin de toda acción humana; muera el seso, viva el sexo; arriba la diversión y el vicio, abajo el trabajo y el esfuerzo". Estos son los paradigmas que rigen nuestra actual sociedad.

Son muchos los factores que han contribuido a ello, entre los que habría que destacar:

  - Como consecuencia de un complejo generacional, hemos sufrido una metamorfosis radical: de villanos hemos pasado a héroes, pero ni antes éramos tan villanos, ni ahora tan héroes.

  - Manipulación, abuso y falsificación de conceptos fundamentales: amistad, amor, sexo, familia, ideologías políticas y religiosas, poder, belleza...

  - Cambios acelerados en todos los campos de la vida, a los que por su vertiginoso ritmo somos incapaces de adaptarnos.

  - La ausencia de verdaderos líderes y la presentación de mequetrefes y gente de mal vivir o que viven del cuento como modelos.

  - La influencia negativa de los medios de comunicación en un constante bombardeo sobre las mentes y las conciencias.

  - La carencia de valores religiosos y la incapacidad para sustituirlos por otros valores altruistas y solidarios, con la subsiguiente desorientación ética y pérdida de la dignidad humana.

Como pautas educadoras habría que resaltar:

  - Tomar conciencia de que una de la obligaciones básicas de los padres es la de educar a sus hijos, a veces olvidada y otras, ejercida bajo criterios erróneos o aberrantes.

  - Comprender y asimilar que la cultura abre caminos y puertas al trabajo, al ocio y a otras formas de vida más enriquecedoras; y lo que es más importante, cambia a las personas y a las sociedades para bien.

  - Nunca es temprano ni tarde para establecer unas normas y unos criterio educativos, basados en el cariño, respeto, comunicación, responsabilidad y la corrección objetiva y continua. Más vale prevenir...

  - Actuar siguiendo unas pautas comunes, aun en caso de separación matrimonial.

  - Pensar y concienciarse de que los profesores son profesionales que ejercen una de las funciones sociales más importantes y necesitan una información veraz acerca de sus hijos, así como su apoyo y colaboración.

  - En caso de necesidad, pedir ayuda a quienes por su preparación o trabajo puedadn otorgársela.

  - No vivir de espaldas a la realidad ni esconder los problemas con engaños voluntarios o inconscientes.

  - Acturar con calma, sobre todo en los momentos difíciles.

  - Educar en la responsabilidad y no en la recompensa.

  - Ser ejemplo para los hijos de amor, verdad, honestidad y esfuerzo.

Ahora se levantan muchas voces alertando de los problemas educativos, de situaciones absurdas, dolorosas o antisociales. Confiemos en que no haya tantos sordos, porque ya se hacen intolerables la rebelión contra la inteligencia y el desacato al sentido común.

 

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3 marzo 2010 3 03 /03 /marzo /2010 13:25

LA SEMANA SANTA EN PUJERRA

Introducción:
No conozco documentos donde consten la época aproximada y el origen de esta peculiar forma de celebrar la Semana Santa en Pujerra. Probablemente no existan, pues la tradición es una forma de expresión y de sentir del pueblo espontánea, nunca sometida a cánones, ni vinculada a  un acto legal o meramente deliberado para que nazca. Por sus aspectos antropológicos, me aventuraría a decir que surge por la conjunción de dos tipos de fiestas o celebraciones: la religiosa y la profana.
La fiesta profana - seguramente la más antigua, tal vez sería la celebración de la primavera- empieza el miércoles con la corta y traslado posterior de pinos a la plaza; el jueves, se va por ramos de hiedra y  de eucalipto; el viernes, es el  turno del  laurel; y el sábado, retamas floridas y un gran chopo de enormes dimensiones. El lector se dirá que, más que fiesta, es un trabajo; pero se equivoca. Son días de campo, en los que corren en abundancia  el vino, la comida, la alegría y las bromas. Es un tipo de carnaval sin disfraces, porque la autenticidad, el perfecto conocimiento de todos, la familiaridad  y el generoso alcohol no los necesita,  para dar cada cual lo más cómico y gracioso que lleva dentro. Son días de estrecha convivencia, sin otra pretensión que pasarlo muy bien, donde brotan verdaderos sentimientos de camaradería y de amistad, donde se liman los pequeños roces que hayan podido surgir durante el año. Hay que subrayar también que cualquier forastero que nos honre con su visita será tratado como un paisano más; de su hospitalidad siempre ha hecho gala Pujerra. Como peculiaridades habría que resaltar que la convocatoria para reunirse antes de salir al campo, se hace tocando caracolas; igualmente, se entra en el pueblo con los ramos a cuestas, en un ensordecedor ruido de gritos y de estos ancestrales y típicos instrumentos musicales. Cómo la igualdad de sexos ha llegado también a los recónditos rincones serranos, desde hace unos años las mujeres también van por ramos.
La fiesta religiosa principia el viernes por la noche con la procesión de la Soledad,  recorriendo las estrechas y empinadas calles en un silencio absoluto, quebrado únicamente por el cante hondo y desgarrador de las saetas. El sábado se hace un “Judas” con paja y ropas antiguas y se coloca en la copa del chopo. Después de misa, es tiroteado hasta caer al suelo, y a continuación es arrastrado por un tropel de chiquillos, que en una gran algarabía, recorre con él  todo el pueblo, extinguiéndose finalmente entre las llamas. Más tarde, se hace el huerto del Niño, una especie de gran nicho o templete, con la hiedra, el laurel, las retamas y los pinos traídos en los días anteriores; y se decora la plaza con árboles, arbustos y matojos. Noche ruidosa, de charlas callejeras y de invitaciones; noche de música, de júbilo y de bullicio; noche de insomnio, de esperanza, de sorpresa y de profundos aromas primaverales. Un repique de campanas y una tormenta de cohetes despiertan al nuevo día, domingo  de Resurrección. El Niño Jesús sale del huerto y se encuentra con su madre, la Virgen María, en el centro de la plaza; después recorren Pujerra en procesión. A las seis de la tarde se repite la procesión con una variante; es curioso que este día se procesione al Niño Jesús. Una de las hipótesis podría ser la siguiente: Jesús ha muerto y vuelve otra vez a la vida, no cómo murió, sino hecho Niño. Es otra concepción de la resurrección de Cristo.
Las imágenes: El icono mariano carece de advocación concreta, se la llama con el nombre propio y sencillo de la Virgen María. Sale el viernes de riguroso luto, y el domingo de rojo granate. Es una obra anónima; tampoco se conoce la fecha de su ejecución, ni su atribución a un taller conocido. Su rostro es inexpresivo, con grandes ojos de cristal y el pelo natural negro. El Niño Jesús – que, según el decir agorero de la gente sencilla, es muy vengativo- es una talla entera, de un perfecto desnudo académico. Posiblemente, pertenezca a la escuela sevillana del siglo XIX.
Los protagonistas son dos mayordomos y dos mayordomas. Éstos son los auténticos creadores y animadores de la Semana Santa, sin ellos no sería posible la fiesta. Han de ser todos solteros; y  se es mayordomo o mayordoma una sola vez en la vida. Los dos jóvenes son los encargados de la organización de todos los eventos, tanto religiosos como profanos; además, costean todos los gastos de comida, vino, música, cohetes, etc. Las dos chicas se encargan del mantenimiento de la iglesia durante todo el año: limpieza, flores, velas, etc. Gozan de los siguientes privilegios: elegir a los mayordomos del año siguiente (la designación se lleva a cabo el sábado de madrugada, poniendo un pino en la puerta de cada uno de ellos); presiden las procesiones; en la del domingo por la tarde, se cambia el protocolo prescrito por la tradición: los mayordomos y mayordomas entrantes se sitúan delante de las andas del Niño,  y los salientes detrás. Las chicas, con lujosos trajes de fiesta y ataviadas con preciosos aderezos, se meten en el huerto acompañando al Niño. Todo el pueblo desfila delante del huerto para observar la belleza y la gracia de las mayordomas; luego, naturalmente, viene el turno de los comentarios. Hasta hace unos años había mucha competencia entre ellas, para ver quién iba más guapa; actualmente, y por fortuna, van vestidas iguales. Por la tarde estrenan otro traje, pero ya menos pomposo.
Conclusiones: Cada año, estas sencillas pero entrañables y típicas fiestas tienen más realce. Nuevas generaciones han retomado con ilusión y entusiasmo la herencia de sus mayores, avivada por un naciente turismo rural. Los mayordomos aceptan el pino con  orgullo y complacencia, según algunos para que el Niño Jesús no se vengue, pues cuentan lo más viejos del lugar que aquellos que no cumplieron con la mayordomía, sufrieron desgracias familiares a lo largo de ese año, de ahí su apelativo de “vengativo”. Yo estoy convencido de que la única razón que los mueve es seguir las tradiciones de sus predecesores, enraizadas en sus generosos corazones.

                 Publicado en la revista Serranía

                                                                                                                                                                                                                                                      

 

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1 febrero 2010 1 01 /02 /febrero /2010 18:52

                                                            Los políticos y el Estado-Padre

 

El pueblo calla o no piensa; o tal vez, no tenga tiempo ni ganas de reflexionar. La indiferencia, el abuso de poder y la pereza mental han instituido un estado y  un Estado conformistas que se hacen eternos en el tiempo y en la vida de los ciudadanos. No importa qué partido gobierne o de qué administración se trate; al fin y al cabo, se trata del mismo perro con distinto collar y en el mismo cortijo. El poder o su ansia  justifican y encubren la burda mentira, la dura o injustificada crítica, la  bruñida propaganda, el sectarismo, la corrupción, la prevaricación, el despilfarro… Los trepas han perdido el sentido del equilibrio y de la equidad, al contemplar sólo su propio ombligo y las alturas, han desertado de los principios del bien común y del servicio público, han transmutado la democracia en una dictadura del voto y la política en una profesión reposada y muy lucrativa.  Mientras tanto, los ciudadanitos de a pie callan, sonríen, se apañan, votan. Pero los hay aún más tontos que aplauden, agradecen y hacen rogativas para que continúen trepando.

         En el abismo de la oscuridad y de la indefensión, nunca sabremos a quiénes representan, a quiénes defienden, qué creen, qué observan o qué oyen. Los políticos, atados a la disciplina del partido y a un legalismo formalista y espurio, no responden al sentir popular, viven en otro mundo, miran a otro  lado; están  tan lejos de la realidad, que  no atienden las demandas sociales ni los derechos de una inmensa mayoría.   

         Extraño mundo el que nos ha tocado vivir,  donde se considera normal, casi honesto, la copia en los exámenes; donde  se apoya y defiende  más a los culpables que a las víctimas, donde el  presunto derecho de los desadaptados prima sobre el de los adaptados. Insólito país en el que el llanto de unos padres cuya hija ha sido violada y asesinada se diluye en los titulares de la prensa, para ahogarse en los angustiosos lapsos de espera,  con la esperanza de una sentencia justa, que tardará en llegar y que nunca será  tan justa. Desquiciada sociedad en la que las familias han perdido el norte y la autoridad, al no evaluar las consecuencias de una alegría ficticia, en la errónea creencia de que son  unos buenos padres para los mejores hijos. Pero luego será demasiado tarde para corregir, para educar, para mejorar; y el gozo se tornará en desengaño,  en desesperación, en llanto. Mientras tanto, el Estado-Padre legitima con leyes y sentencias absurdas la inseguridad, el libertinaje y  la picaresca. Pero, eso sí, como nos considera indefensos, irresponsables e incautos, se preocupa de todos nosotros, intenta  protegernos de todo mal -presente y futuro- con  sabias prohibiciones, nos adormece con hermosos cuentos, nos educa en la ciega obediencia, para, finalmente, dejarnos esquilmados.

         Pienso que no es un mundo propicio para los honestos ni para los responsables, y mucho menos,  para los  trabajadores, cuando se presenta como paradigmas a los que viven del cuento y de la especulación, a maleantes, a chabacanos ignorantes, a gentes de mal vivir, cuyas borracheras, fornicaciones y demás vicios son aireados por los medios de comunicación y jaleados por una turba aborregada.

         Amigos, la ética, la razón  e incluso el sentido común hace tiempo que emigraron a otras latitudes. Pero no nos apesadumbremos, porque estamos en buenas manos y los políticos nos llevarán a buen puerto con su demagogia y verborrea. Así que seamos felices y disfrutemos de la vida, que se va en un suspiro.

 

 

 

 

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19 noviembre 2009 4 19 /11 /noviembre /2009 19:51

Salí de casa precipitadamente, alcé la vista hacia el  cielo, y al ver unos negros nubarrones que ocultaban el sol en su lento delcinar, amenazando una inminente lluvia, comprobé que no llevaba ropa adecuada. Por pereza, proseguí mi camino sin atender a la indumentaria. Soslayé los coches aparcados en doble fila, algunos abandonados en los pasos de cebra. Después fui acosado por dos inmigrantess de tez morena y ojos rasgados (si mi intuición no me traiciona gitaanas rumanas), cuyas permanentes y quiméricas sonrisas suplicaban caridad; pero, ante mi gesto adusto y distraído, cambiaron la súplica por la exigencia con una vehemencia impropia de un pedigüeño. Conseguí defender mi soledad y mis pensamientos, si bien el brusco aullido de una ambulancia me retornó al asfalto, violando mi soledad y arrastrando mis pensamientos a la gruta de la nada.
    El tufillo de castañas asadas proveniente de un puesto callejero me hizo sentir la nostalgia de un pueblo alejado, casi perdido en la sierra; me hizo desenterrar olores, susurros, imágenes y personas un tanto olvidadas, y me sumergió en un ambiente otoñal, cálido, entrañable. Desperté de mi sueño y pensé en ese pobre hombre que, con tiznadas manos y sudorosa frente, se ganaba la vida entre humos, ruidos, en un mundo ávido de tiempos y de palabras. Probablemente, cuando llegara a su casa no podría conquistar el merecido y deseado descanso, pues una camada de escandalosos y soliviantados chiquillos sembrarían su hogar de gritos, ruidos y golpes; posiblemente, el mando del aparato de televisión se pasearía de mano en mano, en un continuo y disputado ajetreo, impidiendo que viera su programa preferido; y quizás, con sonrisa ligeramente hastiiada y con voz cansina y triste, se despidiera buscando refugio y paz en la cama.
     Continué mi paseo, sin compasión y sin culpa por no tenerla, ajeno al gozo y al dolor extraños, sin ansiedad: se habían borrado de mi mente las imágenes, las personas, e incluso, los nombres. Caminé lenta, casi penosamente, sin atender a las cosas cotidianas que me rodeaban. A medida que avanzaba, me desligaba más de mi memoria y de lo circundante, de lo reciente y de lo remoto. Era un sonámbulo en sombras. De repente, unos berridos, aún lejanos, me aturdieron interponiéndose entre la realidad y mi vacío. Movido por la curiosidad, me acerqué y contemplé un lamentable, pero gratuito, espectáculo.
     Un niño, de no más de seis años, se revolcaba en el suelo entre bramidos tan potentes que acallaban el rumor callejero. Con rabia incontenible, arrojaba una y otra vez una bolsa, que invariable y pacientemente era recogida por su padre que, con dulzura y sufrida resignación, se la ponía en sus manos, mientras lo acariciaba y trataba de calmar su caprichosa cólera. Tanta ternura era correspondida por una serie de puntapiés e insultos filiales. La abuela intervenía con sumo cariño,  prometiéndole aquello que había sido la fuente del berrinche. Su madre, dando muestra de refinada educación, lo llamaba a gritos; pero el niño, con inteligencia y con experiencia adquirida a corta edad, hizo caso omiso a las atronadoras amenazas. La humillada familia se alejó unos metros y los bramidos se hicieron más fragosos. Algunos transeúntes se agolparon, otros husmeaban en la distancia. Yo sentí un súbito deseo, una preocupante urgencia de intervenir, nacida de mi intensidad profesional o moral, mas la prudencia de los años y la habitual acritud social contuvieron mi ímpetu pedagógico.
     Abandoné la espinosa escena y regresé envuelto en una nube de cavilaciones. Recordé un conocido y antiguo refrán, mil veces oído a mi padre: "El árbol cuando es pequeñito se puede enderezar..."  A ciencia cierta, los caprichos de ese niño, cuando se haga mayor, se tornarán en imperiosa obligaciones, su ira en servidumbre, su goce en sufrimiento.
     Ciertamente, fue un desapacible paseo.

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