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14 abril 2010 3 14 /04 /abril /2010 22:34

    

       "Ya no puedo hacer nada" "Se me ha ido de las manos" "No hay quien pueda con él"

       "Si me tocas te denuncio" "Yo tengo mis derechos" "Yo no te pedí nacer, tú lo quisiste"

 

Estas expresiones u otras parecidas turban la paz hogareña, desquician los nervios de los progenitores o los dejan indefensos. Ahora el conflicto está ahí, pero no es nuevo, se ha ido gestando a lo largo de muchos años en una convivencia aparentemente equilibrada.

   "¿Cómo habrá podido ocurrir?, ¿qué hemos hecho para llegar a esta situación", se preguntan atónitos y heridos en su vanidad de padres. "Si le hemos dado más de lo que podíamos, si ha tenido todo lo que pedía, mucho más de lo que necesitaba. Si nos hemos tratado de tú a tú, como íntimos amigos. No nos merecemos esto".

Habría que responderles que, precisamente por eso, se ha llegado primero a no valorar lo que se posee; y luego, a la desobediencia, al despotismo,, al chantaje y a la falta de respeto absoluta a padres, profesores y mayores; a un desprecio de valores éticos, normas, instituciones y sociedad en general.

No se puede educar atendiendo a los caprichos, para compensar las propias privaciones sufridas, para evitar los tan cacareados y presumibles traumas, o simplemente por comodidad propia, porque llegará la hora en que no sea posible o conveniente tanta generosidad, y entonces de las rabietas infantiles pasarán al chantaje, a las agresiones verbales; y de éstas, a la agresión física o al abandono del hogar.Y ya todo estará perdido, no habrá remedio.

Hay padres muy modernos, muy progresistas, que, ante los primeros problemas, intentan resolverlos mediante pactos o acuerdos con los hijos; incluso, llegan a darles forma escrita y a rubricarlos para conferirles un carácter formal, ineludible y permanente. ¡Qué equivocación! ¡Qué pretensión más fantasiosa! No se puede pedir responsabilidad a quienes carecen de ella. La adquisición de cualquier hábito, habilidad o virtud es un proceso lento que implica una fase formativa en la evolución del comportamiento humano, en el que se hace patente y exigible el binomio responsabilidad-libertad. Si no se tiene en cuenta este principio básico, se llegará con toda seguridad al libertinaje, a la desvergüenza de los adolescentes y a la renuncia de una de las obligaciones básicas de los progenitores: la de educar, cediendo ésta a los docentes, que muy poco podrán ya hacer; sobre todo, cuando existe un subrepticio duelo, en el que el profesorado se encuentra en el centro del ring a merced de los ganchos del alumnado soliviantado con el aullido familiar y al calor de una Administración, que, ante la caza del voto, sólo tiene oídos para los padres.

 Malos tiempos corren cuando la cultura sufre un gran descrédito, cuando se ha perdido el rumbo en cosas fundamentales y hay que poner de manifiesto evidencias tangibles a cualquier persona con dos dedos de frente. Carecemos de unos referentes éticos, coherentes y claros, que marquen el trazado a seguir en todas las facetas humanas, pero sobre todo en la educativa.

La falta de ética y el relativismo moral a nivel individual, familiar y social, agravan el panorama presente hasta el punto de que ya se ve normal lo anormal, bueno lo malo, justo lo injusto, digno lo indigno, bello lo feo, congruente lo incongruente, verdadero lo falso, fundamental lo accesorio o accesorio lo fundamental.

  "Todo vale, todo está permitido, veneremos la libertad absoluta y la mentira, adoremos al dinero como el dios principal de nuestro tiempo: principio y fin de toda acción humana; muera el seso, viva el sexo; arriba la diversión y el vicio, abajo el trabajo y el esfuerzo". Estos son los paradigmas que rigen nuestra actual sociedad.

Son muchos los factores que han contribuido a ello, entre los que habría que destacar:

  - Como consecuencia de un complejo generacional, hemos sufrido una metamorfosis radical: de villanos hemos pasado a héroes, pero ni antes éramos tan villanos, ni ahora tan héroes.

  - Manipulación, abuso y falsificación de conceptos fundamentales: amistad, amor, sexo, familia, ideologías políticas y religiosas, poder, belleza...

  - Cambios acelerados en todos los campos de la vida, a los que por su vertiginoso ritmo somos incapaces de adaptarnos.

  - La ausencia de verdaderos líderes y la presentación de mequetrefes y gente de mal vivir o que viven del cuento como modelos.

  - La influencia negativa de los medios de comunicación en un constante bombardeo sobre las mentes y las conciencias.

  - La carencia de valores religiosos y la incapacidad para sustituirlos por otros valores altruistas y solidarios, con la subsiguiente desorientación ética y pérdida de la dignidad humana.

Como pautas educadoras habría que resaltar:

  - Tomar conciencia de que una de la obligaciones básicas de los padres es la de educar a sus hijos, a veces olvidada y otras, ejercida bajo criterios erróneos o aberrantes.

  - Comprender y asimilar que la cultura abre caminos y puertas al trabajo, al ocio y a otras formas de vida más enriquecedoras; y lo que es más importante, cambia a las personas y a las sociedades para bien.

  - Nunca es temprano ni tarde para establecer unas normas y unos criterio educativos, basados en el cariño, respeto, comunicación, responsabilidad y la corrección objetiva y continua. Más vale prevenir...

  - Actuar siguiendo unas pautas comunes, aun en caso de separación matrimonial.

  - Pensar y concienciarse de que los profesores son profesionales que ejercen una de las funciones sociales más importantes y necesitan una información veraz acerca de sus hijos, así como su apoyo y colaboración.

  - En caso de necesidad, pedir ayuda a quienes por su preparación o trabajo puedadn otorgársela.

  - No vivir de espaldas a la realidad ni esconder los problemas con engaños voluntarios o inconscientes.

  - Acturar con calma, sobre todo en los momentos difíciles.

  - Educar en la responsabilidad y no en la recompensa.

  - Ser ejemplo para los hijos de amor, verdad, honestidad y esfuerzo.

Ahora se levantan muchas voces alertando de los problemas educativos, de situaciones absurdas, dolorosas o antisociales. Confiemos en que no haya tantos sordos, porque ya se hacen intolerables la rebelión contra la inteligencia y el desacato al sentido común.

 

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Comentarios

I
<br /> Sí, muy bueno y muy difícil. Aún es más difícil cuando se hace de madre y padre a la vez.<br /> <br /> <br />
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P
<br /> D.Antonio, genial como expresión de ideas y como educador que siempre fuiste. Poco o nada se puede rebatir a tan elocuente pluma. Enhorabuena.<br /> <br /> <br />
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A
<br /> Me parecen muy acertadas tus apreciaciones, tanto en el comportamiento habitual de los padres como en las actitudes que se deberían propiciar. Desde mi punto de vista,la comodidad del momento nos<br /> lleva con frecuencia a evitar un enfrentamiento con los hijos: eso supone un alivio momentaneo pero, sin lugar a dudas, el niño saldrá reforzado de esa situación y sus exigencias serán mayores en<br /> la siguiente ocasión. Esperemos que cada vez sean más los que tengan hijos por un verdadero deseo de tenerlos y les dediquen el esfuerzo necesario, de modo que las generaciones futuras vengan ya<br /> con un enfoque diferente en lo que se refiere al respeto a los padres, profesores y sociedad en general.<br /> <br /> <br />
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C
<br /> Como siempre muy interesante reflexión, pero el problema es que la mayoría admitirían estos consejos pero no todos son capaces de llevarlos a la práctica. Pero bueno tengamos fe en el futuro. Un<br /> saludo en el día del libro. Por cierto, te he escogido hoy como lectura.<br /> <br /> <br />
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C
<br /> Impresionante, espero no caer en el error de educar a tu ahijada de esta manera, de todas formas, siendo tu su padrino seguro que la llevaras por buen camino.........<br /> <br /> saludos<br /> <br /> <br />
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