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24 junio 2019 1 24 /06 /junio /2019 07:52

Una insensatez imperdonable

La razón y la ponderación quedan lejos; sin embargo, la estulticia, la candidez y los totalitarismos, demasiado cerca. El pensamiento ha dado paso a la opinión que nos llama al orden disfrazado, a la verdad cambiante y fluctuante, a “dame pan y dime tonto”, a la confusión y al partidismo entronizado y ungido por la democracia formalista; y es que por el principio democrático de la absurda igualdad, se quiere dar a entender que la opinión tiene el mismo valor venga de un leído y estudioso, de un ignorante o de un sabio, de una persona reflexiva o de un vociferador. De ahí que pululen por la geografía nacional incultos y necios políticos, y toda una pléyade de periodistas, tertulianos, opinantes y opinólogos, que sin estar especializados en nada, lo están en todo, que de nada entienden y entienden de todo.

El signo de estos tiempos, triunfales para algunos  y decadentes para el resto, da lugar a la continua controversia, a la crítica venenosa y al engaño. Los políticos y charlatanes está desprestigiados, ni siquiera los votantes, hastiados y fatigados con tantas elecciones, los oyen y prestan atención. La barbarie de unos pocos, pero con mucho poder, adquiere tintes heroicos, piadosos, místicos, acallando la conciencia colectiva que se vuelve gris y deja de ser inquieta y molesta. Estos transgresores de la ley y de la moral prometen un futuro halagüeño y cortoplacista, sin miras ecológicas ni preocupaciones medioambientales; ocultando el despilfarro y el pillaje.

Siendo estas mis principales preocupaciones, hay una que sobresale por su actualidad y gravedad: los nacionalismos catalán y vasco, y sus consanguíneos o allegados. Nacionalismos de difusión fácil y maniquea, con consecuencias muy perturbadoras, dañinas y destructivas. Las diferencias las transforman en superioridad y supremacía, destruyendo la convivencia, sembrando miedo y pisoteando a los que no piensan como ellos, con una política de exclusión, fuga de capitales, empresas y personas a otras comunidades. Cuántas veces hemos oído que el separatismo catalán  es racista, xenófobo a lo español, nacional católico, conservador, una cretinada sin pies ni cabeza; no obstante  muchas de estas verdades han sido fagocitadas por la propaganda independentista. No se dice que en democracia la mayoría siempre tiene razón, pues es el momento de aplicar la regla: el conjunto del pueblo español debe imponer sus votos, mucho más ahora que se ha roto el bipartidismo  (PSOE y PP). Ya es hora de librarse de la rémora de los partidos nacionalistas, que, con su minoría electoral,  imponen su voluntad a la mayoría electoral. Hay que levantar el vuelo, ojear el panorama general y pasar de banderas, leyendas, falsas interpretaciones y pantomimas históricas. Catalanes no sólo son los que gritan proclamas separatistas, también lo son los que trabajan y viven en Cataluña  y no votan a partidos independentistas.

Ante esta situación incierta, aún en el aire, cegata y a veces hasta estafadora, los partidos constitucionalistas han de valorar sus votos en defensa de su legitimidad, de la legalidad, de la Constitución y de España, y sin olvidar los criterios de una política económica responsable, acorde con las directrices de la Unión Europea, porque lo que exige la mayoría de los votos españoles es justicia para los delincuentes, absolutamente para todos los que hayan infringido la ley, la unidad indisoluble de España como nación y una economía tendente al Estado del Bienestar, al crecimiento del PIB, sueldos y pensiones, y a una más justa redistribución de la riqueza.

Hablando de economía, hay que reír o tal vez lamentar, y llorar más tarde, con la guerra propagandística económica que actualmente se está perpetrando contra el enemigo número uno, es decir contra España, en esta región o comunidad autónoma, usando como pólvora y metralla, el boicot a productos españoles, instando a consumir productos exclusivamente fabricados y elaborados en Cataluña; con el boicot a las empresas que trasladaron su sede fuera de sus pretendidas fronteras, con las publicaciones de la Guía del consumidor activo catalán y de la Guía de resistencia pacífica, demócrata, de impacto real e inmediato; con la incitación –casi prohibición- a que no se compre lotería nacional; con la recomendación y en otros casos con la proscripción de que se compre en determinadas cadenas alimenticias o que no se compre en otras  que hieden a españolas.  Algunos tratan de ocultar su verdadera intención, alentando al consumo de lo próximo por razones ecológicas, por ahorro de transporte, y por revertir el beneficio en el entorno más cercano. Resumiendo y hablando en plata: boicotear los productos del resto de España.

Hay que decir también que españoles, arrebatados por el odio, la venganza y el cabreo ante el catalanismo exacerbado, han hecho o intentado hacer casi lo mismo. En fin, una voraz locura que no tiene en cuenta la interconexión entre los mercados catalán y español, ni la globalización económica, ni las consecuencias negativas para Cataluña, pero también para España, de esta imperdonable insensatez.

                Antonio Mena Guerrero   23 de junio 2019

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17 junio 2019 1 17 /06 /junio /2019 20:58

Presentación de "Un granuja en un país de pillos en el Ateneo.
Presentación de "Un granuja en un país de pillos en el Ateneo.
Presentación de "Un granuja en un país de pillos en el Ateneo.

Presentación de "Un granuja en un país de pillos en el Ateneo.

Presentación en Pujerra "Un granuja en un país de pillos"
Presentación en Pujerra "Un granuja en un país de pillos"
Presentación en Pujerra "Un granuja en un país de pillos"

Presentación en Pujerra "Un granuja en un país de pillos"

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17 junio 2019 1 17 /06 /junio /2019 20:46
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17 junio 2019 1 17 /06 /junio /2019 20:34
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11 junio 2019 2 11 /06 /junio /2019 20:46

Una nación de contradicciones y de miedos

 

España es una nación de nacionalidades según la Constitución y los partidos separatistas y agregados, pero con frecuencia se olvida que España es sobre todo una nación de contradicciones y de miedos, que a la larga puede hacer aguas y condicionar el comportamiento político y la paciencia ciudadana.

            El rey emérito con sus allegados por consanguinidad o afinidad, junto a los políticos, no tienen miedo a perder las fortunas que se han generado a través de la función y del erario públicos, aunque sí lo tienen a que se corte o se seque la fuente encantada del continuo e injusto enriquecimiento, de ahí que se acuda al mantenimiento de esos patrimonios con pensiones millonarias, compensaciones por servicios prestados y prebendas económicas estatales y de grandes empresas, legalizadas y mantenidas por ellos mismos. Estos quiméricos iluminados encumbrados por una mayoría cobarde y silenciosa que se traga todo lo habido y por haber, se han acostumbrado a vivir en un paraíso, en un privilegiado oasis acotado por las leyes que ellos mismos han creado para que la plebe no pueda entrar en él,  ni molestar su generoso presente y asegurado futuro en una vida de  prosperidad y confort. Ellos no van a modificar ese estatus, aunque sea injusto; por el contrario lo garantizan con prebendas, altas pensiones, aforamientos y una protección mafiosa que pone límites a la justicia, a la legalidad y a la igualdad ante la ley.

Los ciudadanos de clase media tienen miedo a perder sus exiguas rentas y menudas propiedades si llegan al poder las izquierdas. ¡Qué viene la izquierda! Y la ciudadanía llana y pobre tiene miedo a que gobiernen las derechas, porque  se les corta o seca en parte el manantial limosnero de subsidios, ayudas, subvenciones y otras graciosas alegrías del Estado del Bienestar. ¡Qué vienen las derechas! Pero este miedo viene de antiguo, miedo a la represión franquista y a la transición política de los setenta  que se hizo mirando con miedo al pasado histórico.

Pero España es también una nación de contradicciones y absurdos. Se homenajea al etarra Germán Urízar en Bilbao tras su excarcelación, precisamente coincidiendo con la fecha  del aniversario del asesinato del policía, José María Cruz Martín, a manos del ahora por segunda vez homenajeado.

Todos deseamos ciudades con menos tráfico, más tranquilas, más respirables; sin embargo,  carreras pedestres, en bici o de sacos, y con ánimo de recaudar fondos para las causas más inverosímiles, manifestaciones de jubilados, barrenderos, policías, bomberos y obreros en general y de cualquier ramo, dificultan  el tráfico y la vida normal de los peatones. Las minorías ociosas, aburridas y siempre reivindicativas, se impone a una población que desea habitar con normalidad y tranquilidad un barrio o  el centro de ciudades, y que también tiene derecho a transitar o circular libremente. El ejemplo más grave lo sufren los madrileños. Madrid, propicia al desastre urbano por su capitalidad, es el permanente escenario de manadas de personas, alzadas en la estima y valía de ser superiores, que reivindican sus derechos olvidados o pisoteados; de rebaños de ovejas que pasean las calles con sus pastores exigiendo las cañadas libres, de taxis cuyos taxistas reclaman la exclusividad, de totalitarios y sus adversarios, de nacionalistas separatistas y  de  defensores de la unidad española; de expansiones de gais, lesbianas, transexuales, feministas y machistas, etcétera, etcétera.

Otra muestra de las muchas contradicciones de la vida pública española es la orden del Ministerio de Cultura y Deporte, modificando las ayudas al cine, por la que se da un punto adicional a los proyectos cinematográficos escritos y dirigidos exclusivamente por mujeres. ¿Eso es igualdad de género o discriminación?

En un país donde aún hay hambre infantil, enfermos desatendidos, pordioseros y menesterosos, personas que viven en la calle, son olvidados, en tanto que la raza canina es atendida con mimos, cuidados veterinarios, cariños y atenciones más propias a personas que a perros; del maltrato animal se ha pasado a la adoración y veneración  a seres irracionales, por muy fieles, cariñosos, suspicaces y por mucho que entiendan a sus dueños. Hace unos días vi a la periodista Mercedes Milá lamiéndose con su perro  o el perro con ella sin pudor delante de las cámaras de televisión, sin escrúpulo alguno, más bien con placer, y lo más grave, con orgullo y desmedido cariño. Los perros no pueden llevar una vida como personas, por mucho que se quieran, ni entrar en restaurantes y bares,  ni viajar, ir a misa, al teatro o a cualquier otro espectáculo.

La mentira oral y escrita, la mentira intencionada y propagandística, es una epidemia que se extiende no sólo por España sino por todo el mundo civilizado, gracias a la globalización y  redes sociales. Hoy hay más información, pero contradictoriamente más desinformación, porque mientras más se mienta, más credibilidad tiene la mentira repetida. Pululan las noticias falsas, a veces más que falsas absurdas, extravagantes y sin sentido por todos los medios de difusión y voceadas por testarudos, marmóreos comunicantes y tercos excluyentes. Ha desaparecido la elegancia moral y ha crecido la exaltación a lo emotivo y a lo cretino, hay un desprecio a lo racional y justo, y con este panorama no es extraño que surjan profetas, redentores, lectores de un incierto futuro, intérpretes de teorías absurdas e imbéciles que se creen investidos de autoridad y legitimidad.

      Antonio Mena Guerrero    11 de junio 2019

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17 octubre 2017 2 17 /10 /octubre /2017 10:59

     El tiempo pone a cada cual en su sitio y le hace responder ante las sabiduría popular que es la más antigua y la más certera, por lo tanto no hay que preocuparse demasiado, aunque a corto plazo puede que salpiquen erupciones,dolores de cabeza y ardores estomacales, a causa de la sordera de muchos, de la locura de unos pocos y del abuso que los líderes separatistas hacen de los tópicos para alentar a la opinión pública y convencerla de la existencia de una leyenda negra de España respecto a Cataluña, que ofende a la razón histórica y al sentido común.

     Ciertamente, hay cierta conexión histórica con todo el proceso de hispanofobia de los catalanes y viceversa, y a modo de ejemplos y de forma muy resumida, se pueden citar: La Marca Hispánica, condados catalanes, condado de Barcelona y unión con el reino de Aragón, Decretos de Nueva Planta de Felipe V, principios de siglo XVIII con el final de la Guerra de Sucesión Española y la derogación de leyes e instituciones propias del Principado, proclamación del Estado Catalán dentro de la República Federal Española el 6 de octubre de 1934, siendo Presidente de la Generalidad Lluis Companys, el franquismo represor de libertades políticas, civiles y lingüísticas, pero a la vez dadivoso con la economía catalana, Constitución Española del 6 de diciembre de 1978, hasta llegar a la sentencia del Tribunal Constitucional 31/2010 con la quiebra del nacionalismo autonomista catalán.

     En el aspecto social de Cataluña, sobre todo de Barcelona y su cinturón industrial, yo aconsejaría que cada ciudadano que se sienta catalán acuda y estudie su árbol genealógico, verá qué sorpresa se lleva.

     El culto a la catalanidad lo ha impuesto la propaganda de los principales medios de comunicación catalanes, la vergüenza de una parte de la población por ser o sentirse español cuando lo acreditan la ascendencia y los apellidos de Martín, García, Fernández, Sánchez, Montilla, etcétera, etcétera. Pero la gente tiene un origen, unas raíces, una familia, una historia que no se puede olvidar ni se debe ocultar, aunque algunos emigrantes y descendientes de éstos se han catalanizado a la fuerza por frustración personal y familiar, por complejos de inferioridad, hasta el punto de que han catalanizado nombres e incluso apellidos.

     El independentismo carece de raíces en la población actual, por mucho que se enardezcan la sangre roja,la raza blanca y las peculiaridades autónomas. El pueblo catalán no escucha a los sociólogos, a los artistas,a los intelectuales, porque sólo hay una voz terca, engañosa y aparentemente atractiva: la de los separatistas que desprecian la historia, la inteligencia, el sentido común y el modernismo.

     Es lamentable que desde el poder autonómico se proyecten complejos, frustraciones, resentimientos, que se demonice el patriotismo, que se imponga la gran mentira partiendo de pequeñas verdades y pequeñas mentiras, o de medias verdades y medias mentiras, y todo ello desde una actitud victimista.

     Amigo lector, el alma humana es una madeja de sentimientos enredados por la estupidez, la codicia y la hipocresía de muchos, pero también por la propaganda política que olvida la razón para jugar con las sensibilidades y emociones del pueblo. Hay que tener cuidado, porque las fronteras pueden transformarse en trincheras, no bélicas sino ideológicas.

Antonio Mena Guerrero           17 de octubre de 2017

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4 octubre 2017 3 04 /10 /octubre /2017 20:45

   Lo que ha ocurrido en Cataluña el 1 de Octubre tiene viso de épocas ya remotas, porque antes era posible el engaño, la mentira soez, al no existir la televisión, la radio y la comunicación inmediata, pero estamos en 2017 y en un país europeo donde es difícil ocultar la verdad, y esto lo digo como testigo atento e indirecto a través de la televisión y radio de lo que sucedió el aciago 1 de Octubre. El propósito de los separatistas  ha sido  que el mundo visionase unas escenas repetidas una y mil veces por la tv., en las que se ve a las fuerzas del Orden Público (no a todas) empujar e impedir que los votantes violasen las resoluciones judiciales, no he visto cargas policiales, ni ensañamiento, ni violencia (ni siquiera la justa y necesaria), ni abuso y exceso de fuerza, ni brutalidad. Sin embargo, no se ha visto con tanta frecuencia los escupitajos y empujones a las fuerzas públicas, ni se ha oído los continuos insultos y vejaciones (la violencia verbal también es violencia) a los cumplidores de las órdenes recibidas y respaldadas por el poder judicial. Algunos medios internacionales sólo han expandido esas imágenes y otros han acallado los atropellos y desafueros de los separatistas a la democracia, al ordenamiento jurídico y al Estado de Derecho. Hay tantos que se callan lo que ven, escuchan o piensan, o a lo mejor es que están ciegos, sordos o no tienen capacidad de reflexión, o la valentía de decir la verdad. Ciertamente, lo que ocurre en Cataluña es otra realidad a la que nos pintan los líderes nacionalistas, mentirosos, malos narradores y pésimos contables. Viajemos por esa realidad:

    Una gran masa adiestrada, manipulada en el victimismo y maniqueísmo es engañada y adoctrinada por sus líderes que se inventan o tergiversan la historia para darle una argumentación válida, aunque no creíble, al desvarío catalán. Nadie puede conocer y entender hasta donde llega la voluntad engañosa de un gobierno autonómico encaprichado en pisotear la legalidad para conseguir una tópica independencia, utópica y ya gastada por tanto manoseo, o tal vez para lograr otros objetivos más materiales, ya que tenemos recientes y evidentes ejemplos de políticos independentistas que vitorean la independencia para el enriquecimiento corrupto, dícese de la familia completa del honorable Pujol.

     Desde hace ya tiempo estos absurdos independentistas (y los califico de absurdos, porque van a contracorriente de todas las tendencias actuales de unidad, solidaridad, globalización...) se están encerrando en un círculo que van estrechando cada vez más, y jugando con los sentimientos mediante la mentira, con el entusiasmo de los jóvenes, con el adoctrinamiento de niños desde la escuela, con una falsa propaganda política a través de la TV3 y demás medios de comunicación en manos e in mente de separatistas.

     No hay lucha, ni separación, ni división, ni independencia, sin fanáticos (y los exaltados suelen ser de poco pensar y mucho vociferar). Tampoco sin desterrados en su propia tierra, señalados con el dedo opresor y con miedo, sospechosos, cuando no culpables, de ser catalanes y a la vez y al mismo tiempo y con el mismo corazón, también españoles.

     Me gustaría terminar con una advertencia a los catalanes con fama, no sé si verdadera o supuesta, de codiciosos, y es que tangan en cuenta el Ibex, las bajadas del Banco Sabadell y de Caixa-Bank, y la caída de la demanda de productos y servicios  fabricados o producidos en Cataluña.

                  Antonio Mena Guerrero

                                           4 de Octubre del 2017

 

 

 

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22 octubre 2016 6 22 /10 /octubre /2016 13:50

"Muerto el perro, se acabó la rabia" -perdón por la expresión y mis respetos a todos los que nos dejaron para siempre-, pero, por desgracia, la rabia continúa después de 41 años de la muerte de Franco en algunos adeptos a la barbarie, a la insurrección, al patriotismo localista, cerrado, contrario a la globalización y al progreso, chovinista y servidor de intereses que nada tienen que ver con lo público, cuyo odio aún no se ha colmado, aunque hayan nacido después del 1975, porque siguen gangrenados con tanta palabrería ensalivada con mala sangre.

A lo mejor algún lector no conoce la historia. El Ayuntamiento de Barcelona ha organizado una exposición titulada "Franco, Victoria, República,Impunidad y espacio urbano" con estatuas entre las que destaca una expuesta frente al Born -epicentro de la independencia catalana en la ciudad-. Dicha estatua ecuestre de Franco ha sido ultrajada, decapitada, derribada y coronada con la cabeza de un cerdo; y finalmente, retirada de la vía pública por los servicios municipales.

¿Barcelona, es decir, la población civil que no el Ayuntamiento, ve comprensible que de los impuestos se gaste un poco más de 200.000 euros en esta exposición? ¿Para qué y por qué? ¿Qué sentido tiene? Si se considera como arte, es plausible que estas esculturas se saquen a la calle para contemplación y deleite de la gente. Es más, con una interpretación moderna del arte, los actos vandáliicos de algunos que no quieren pasar páginas de historias viejas habría que valorarlos no como una barbarie al estilo yihadista, sino como una interacción cultural entre el espectador y la obra. Espero que el buen lector comprenda y perdone mi sarcasmo. Por otra parte, si no se las considera como arte, ¿para qué sacarlas de los almacenes y airearlas en la calle? ¿Para escarnio público?

Me río y a la vez me da miedo de todos aquellos que, en su sed de revancha, miran demasiado al pasado, no para corregir los posibles errores, sino para resaltar lo oscuro; y sin emabargo, no le echan la vista al presente ni piensan en el futuro. Son éstos los que, precisamente, abanderan y exigen los derechos humanos y las libertades públicas con crispación, pero cuando se trata del derecho y la libertad del otro, miran al lado o la emprenden contra él con violencia. A propósito, ¿por qué no se permite a un ex presidente dar una una conferencia en la universidad? ¿Dónde está su libertad de expresión? No hay democracia sin conciencia democrática ni respeto a las leyes; y mucho menos, sin el cumplimiento de las leyes.

En fin, no me da miedo, sino pánico, el vandalismo, la violencia, la radicalidad, la intransigencia con la consiguiente conflictividad, de unos cuantos y el silencio de los demás. La historia reciente nos da muchas lecciones que no se deben olvidar.

22 de octubre de 2016

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26 mayo 2016 4 26 /05 /mayo /2016 17:54

¿Quién manda más el Papa o Franco? ¿La Iglesia o el Ejército? ¿El cura, el juez o el alcalde? Eran las preguntas que nos hacíamos los niños de tiempos ya lejanos, a modo de juego y entretenimiento. Esos interrogantes no eran banales o estúpidos, encerraban toda una filosofía social del poder. En nuestras mentes infantiles estaban organizadas las estructuras de los poderes militar, religioso y civil. Hoy la pregunta sería la misma o similar: ¿Quién manda más? La respuesta no estaría al alcance pueril, pero sí de los que tienen cierta lógica en sus razonamientos. Avispado lector, haga un esfuerzo mental e intente responder. La respuesta es obvia: Todo individuo o colectivo capaz de crear, exigir y obtener en provecho propio prerrogativas, soslayando la ley, la justicia, el bien general y hasta el sentido común.

No me caben en la cabeza -y no es que la tenga cerrada o demasiado repleta- ciertas cosas que veo, escucho o leo. Mi perplejidad es tal, que pienso que no sólo se han perdido aquellos valores que nos hacían personas cabales, sino lo que es más grave, que se ha extraviado la razón por completo, o la vergüenza, o la dignidad, o la humanidad. No entiendo cómo cada día salen más casos de corrupción con los consiguientes tipos delictivos: prevaricación, cohecho, falsedad y ocultación documental, blanqueo de dinero, extorsión ... Pero menos comprendo aún que se siga votando a los partidos más corruptos o que son la corrupción institucionalizada.

Detrás de esta dominación pacífica por mayoría absoluta, tanto a nivel estatal como autonómico y local, se esconde el expolio, el despilfarro, el robo a manos llenas y ocultas del dinero público, pero como decía un diputado que el dinero público no es de nadie, no es delictivo meter la mano y acumular grandes fortunas en paraísos fiscales con el blanqueo del dinero, la especulación y toda suerte de comisiones y chanchullos viejos y recién creados. Posteriormente, en los procesos judiciales ​ mienten con petulancia, niegan los hechos y las circunstancias oprobiosas, no saben o no tienen conocimiento de nada, no eran casos de su competencia; o bien, con proceder sectario y gregario, dificultan la labor de jueces, fiscales, peritos y policía.

Fanáticamente fieles y afectos a sus respectivos partidos, con una miopía y una sordera endémicas, respetan a la casta política, no sé si porque la han subido a un pedestal o porque están tan alejados de ella que viven en otro mundo, aunque a veces aquéllos se acercan demasiado al pueblo llano con lisonjas, con falso y simpático paternalismo, sobre todo en campaña electoral.

Ante la próxima cita electoral del 26 de junio y siendo previsible unos resultados muy parecidos a los anteriores, sería conveniente recordar algunos nombres como: Luis Roldán, Jesús Gil, Mario Conde, Correa, Bárcenas, Jordi Pujol y familia, Matas, Blesa, Rodrigo Rato, Ricardo Costa, José Blanco, Fabra, Granados, Torres, Iñaki Urdangarín, Cristina de Borbón, por mencionar los casos más conocidos, pero hay más, muchos más; y otros que permanecerán para siempre en la niebla del poder. ¡Cuántos se han lucrado con el sacrificio de trabajadores y clase media! ¡Cuánto nos quedará por ver y escuchar! Pero todavía no hay una justa ira; a lo más, una decepción global hacia los políticos; acaso, una efímera indignación, coloreada a veces con ribetes irónico o surrealistas.

Mientras el espíritu capitalista, que no conoce patrias ni credos, impera en este injusto mundo, los débiles espíritus bandean de un lugar a otro, de una ideología a otra, con la esperanza de que la vida los trate dignamente.

26 de mayo 2016

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1 septiembre 2015 2 01 /09 /septiembre /2015 13:25

Algunos me animan a que escriba libros infantiles argumentando que hay más demanda y que el mundo gira alrededor de los niños. Cierto, pero yo me niego rotundamente, ni lo pienso siquiera. No sé si sería competente, apto, para adaptarme a esa mentalidad y a esos intereses, lo que sí sé es que no quiero escribir nada para niños. No lo he intentado. ¿Por qué?, se preguntarán, poniéndome en la diana de abuelos, padres y demás parentela. El aliento vital infantil invade, ocupa y usurpa todo el espacio hogareño o cualquier otro en el que se encuentre un menor con sus gracias, imposiciones, diabluras, exigencias y pataleos, constituyendo el centro de atención de los mayores, que nos quedamos, motu proprio u obligados por las circunstancias, sin conversación y sin oyentes. El deseo adulto se marchita; se queda sin salida, sin sentido, sin presencia, para brindarles a los pequeños el mando de la televisión, el mejor espacio, el sillón más confortable, el rincón más luminoso, el plato más exquisito o el capricho más rocambolesco.

La emoción ha desplazado a la razón, no hay filtros para discernir lo útil de lo inútil, lo verdadero de lo falso, lo adecuado de lo inadecuado, lo justo de lo injusto, lo bello de lo feo, porque el corazón, o quizás la comodidad, lo ocupa todo y encadena la libertad de los mayores a la satisfacción de necesidades, placeres, antojos, rabietas y chantajes de los infantes.

Comprendo, admito y alabo el que los padres pierdan el tiempo, sus gustos, el dinero, o incluso la vida, por sus hijos; que se nieguen a sí mismos para afirmar el ego de sus vástagos, que permanezcan en la sombra para que ellos brillen y alumbren más que el sol; pero deben respetar los derechos de los demás miembros de la familia, y mucho más, los derechos de los extraños ajenos a esas tolerancias paternales y alejados de esos gustos y caprichos abusivos. Reconozco que los juegos, el regocijo bullicioso de los niños, supone una liberación momentánea de la carga social, a veces arbitraria, que han de soportar. Pero que cada cual aguante su vela.

El mundo infantil es un mundo de deseos, de curiosidades, de ofrecimientos y rechazos. Lo que hoy es atractivo, bello y divertido; mañana o un minuto después, será rechazado u olvidado.

La infancia, como cualquier edad de la vida, no es tan bella, inocente, alegre o feliz, como se pinta; todo depende del lugar donde se habite, de la genética, herencia cultural, educación y ambiente familiar, puesto que también puede ser astuta, cruel, siempre egoísta, y casi siempre mentirosa y burlona. Los padres siempre son los responsables y no deben olvidar que se puede educar con amor y responsabilidad, o bien con desdén hacia lo ajeno y comodidad propia. De cualquier modo, este tiempo se resquebraja con tantos cambios y entre continuas y cotidianas contradicciones, no hay un criterio válido, porque el sentido común ha desaparecido de nuestra conciencia, actos y pensamientos. Se han perdido costumbres laudables como ceder el asiento, la voz y el honor a los mayores. Del miedo a lo incorrecto, a lo maleducado, a lo prohibido, se ha llegado al libertinaje y chantaje absolutos. Todo es válido, todo está permitido; al fin y al cabo, los niños no mienten, son criaturas inocentes y naturales.

La incompetencia, pereza o calmosa tranquilidad familiar, por no llamarla egoísmo, hacen de personas pacientes sufridores necesarios de las molestias ocasionadas por el consentimiento excesivo en lugares públicos, como restaurantes, comercios, transportes, consultas, etcétera. Nadie reprende, nadie llama la atención; todos ríen, todos sonríen o miran a otro lado. Es el mundo mágico y sagrado de los niños. Yo, de todas las maneras, sigo negándome a escribir literatura infantil. Me gusta llevar la contraria y soy caprichoso como los angelitos.

Septiembre 2015

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